"No hace falta que te quiera todo el mundo...
... basta con que lo hagan unas pocas buenas personas."
Charity Barnum. El gran Showman.

 


Siempre, dependiendo del momento vital en que te encuentres, un libro o una película son capaces no solo de inspirarte. También de hacerte tomar decisiones sobre temas que tienes interiorizados, pero que dejas que maceren a la espera del 'momento adecuado'.

 

Sé lo que es querer que te escuchen, que te aplaudan o que te pongan un 'me gusta' en Facebook. Porque aunque nací cuando no había móviles ni internet, he crecido (y en cierto modo, lo he hecho también profesionalmente) en gran medida porque otros han apostado por mí. O me han contratado porque les ha gustado lo que he dicho o hecho.

No puedo quejarme de la infancia que tuve. Pasé mucho tiempo con mis padres. Disfruté de mis abuelos en plenas condiciones hasta que tuve 25 años. Poseí mucha libertad tanto en invierno como en verano. Y me encontré amigos, algunos de los cuales todavía conservo, que me dieron mucho cariño. En este sentido, no he sido una persona falta de afecto, aunque como nunca fui ni el más guapo, ni el más listo, ni el más rebelde, en realidad no suscité toda la atención que hubiera deseado cuando era niño.

Es ahí donde subyace algo que muchas veces, a las personas como yo que siempre creen en la buena fe de los demás, nos condiciona. Hemos escuchado a nuestra alrededor en demasiadas ocasiones que si fuéramos 'más cabrones' habríamos llegado 'más lejos'. De ese más lejos hablaremos en otro post. Pero somos incapaces de hacerlo. Y lo somos porque, inconscientemente, necesitamos que nos aprecie cuanta más gente mejor. Y nos rebela hacer daño a los demás.

De los desengaños sufridos, los más dolorosos han sido aquellos que provinieron de personas a las que no solo había dado mi máxima confianza, sino por las que había dado la cara incluso para conseguirles bienestar en momentos difíciles. No soy fan de Risto Mejide, pero su frase 'crecer es aprender a despedirse' la he ido experimentando a medida que me hacía mayor.

Y sin embargo, presumo de tener (empezando por mi familia) a mucha gente a mi alrededor a los que considero amigos. Y si no lo son, sí nos tenemos un aprecio especial. Soy consciente de que no puedo quedar bien con todo aquel que conozco, porque con el transitar de los años son (afortunadamente) muchísimos. Pero trato por todos los medios de estar siempre pendiente de si puedo ayudarles en cualquier aspecto de sus vidas.

Este verano me ha servido, como casi todos, para leer mucho. Pero el punto de inflexión lo ha supuesto el visionado de 'El gran showman'. Una película que me toca por tres motivos: se parece enormemente en el argumento a un libro que espero que pronto salga a la luz, habla de situaciones que en mayor o menor medida he conocido y, sobre todo, contiene la frase que abre este artículo. El primero de mi web. De una página que cuenta cómo me muestro al mundo.

Como ocurre en el film, mi suerte en la vida es estar rodeado de personas a las que puedo acudir en caso de necesidad. Pero de las que disfruto cuando ésta no existe. Por eso abogo por el teletrabajo: para ver crecer a mis hijas, al igual que Hugh Jackman. Por eso me gusta la radio: porque me permite conversar con gente extraordinaria y llegar a otra a la que puedo ayudar de algún modo.Y por eso me dedico al periodismo: para visibilizar a aquellos que se lo merecen y a quienes muchas veces no se da voz.

Pero, por encima de todo, tengo buenas personas a mi alrededor. Y eso, a día de hoy, para mí es más que suficiente.

Imagen:  20th Century Fox

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