Por qué la expresión 'De lunes' encierra en realidad una sociedad infeliz

 

Hoy me gustaría reflexionar sobre por qué una expresión tan aparentemente inocente como 'De lunes' encierra en realidad una sociedad infeliz, en cierto modo enferma y en muchos puntos envidiosa.

Nuestros padres y abuelos nos explicaron que el trabajo está asociado al sufrimiento, al esfuerzo de tener que hacerlo. Que todo lo que vale la pena se consigue con sangre, sudor y lágrimas. Así lo explicaba en el prólogo 'Educados para sentirnos culpables' de mi segundo libro.

Al parecer, los momentos reservados para el disfrute solamente son el fin de semana y las vacaciones. Por lo que dos tercios de nuestro año dedicamos la vida a algo que no nos apasiona para disfrutar de lo ganado en el (insuficiente) tercio restante. Y es curioso porque hasta quien es feliz con su profesión, para ser aceptado socialmente, hace bromas al respecto. Los presentadores de radiofórmulas, por ejemplo, que deben estar muy lejos de ser infelices pero se pasan la semana diciendo 'por fin es viernes'.

Cuando te sales del carril, el comentario más repetido es 'Qué bien vives'. Y mucha veces te ves obligado a justificarte como si tuvieras la culpa de que las personas eligieran un camino profesional que no les motive. Como si la mayoría no hubieran tenido opción real.

Vivimos en una época donde lo que antes solo podian ser hobbies ahora se han convertido en oficios. Pero sigue habiendo una parte de la sociedad que, al no haberse atrevido a dar el paso hacia allí, acumula rencor interno contra quien sí lo ha hecho. Y todavía no se entienden muchas cosas. Por ejemplo, quedar con un amigo con quien te unen lazos personales y profesionales a tomar un café. ¿Es trabajo o es placer? Y si son ambos ¿qué problema hay en poder hacerlo al sol mientras el resto de gente está encerrada en una oficina?

Existe la percepción de que hacer algo 'de trabajo' el fin de semana es herético. Pero eso solo significa que has tenido más tiempo libre que el resto de la gente entre semana. O que simplemente te apetece hacer algo porque lo que haces te motiva. De hecho, a este perfil se le suele achacar que no descansa 'ni en vacaciones'. Cuando en realidad encuentra huecos de esparcimiento personal cada día mientras otros deben seguir un horario lineal, sentados en su silla aunque hayan finalizado sus tareas tres horas antes.

No parecemos entender que, con la tecnología, trabajar ocho horas (en muchos casos) es absurdo. Que si antes tardábamos dos minutos en mandar un fax ahora tardamos un segundo en enviar un mail. Y que los horarios no lineales nos permiten al tiempo vivir y trabajar. Un ejemplo es quien envía un correo a las 22:30 horas (sin intención de que se lo respondan) o un domingo. Le achacamos adicción al trabajo sin preguntarnos si esa tarde o el jueves, por ejemplo, estuvo de viaje de placer y usa ahora su tiempo para lo laboral.

Sin querer ser agorero, las estadísticas dicen que una de cada cuatro personas tendrán cáncer. Yo he visto ya morir amigos atropellados a los 22, por una complicación médica a los 25 o por un infarto antes de los 40. Así que ignoro cuándo me tocará, pero no puedo esperar a vivir.

La frase más repetida cuando a alguien le ocurre una desgracia es 'Ojalá me hubiera dado cuenta antes de lo realmente importante'. ¿En serio? ¿No sabías que dedicar tu vida al trabajo te haría perder amigos, salud, relaciones y oportunidades de crecimiento personal?

Por eso me toca las narices cuando le pregunto a alguien cómo está y me dice 'De lunes'. Pues mira, yo hoy voy a ir al gimnasio. Voy a quedar con tres amigos. Voy a pasar tiempo con mis hijas. Y trabajaré, por supuesto. Pero disfrutando. Sí, de un lunes

 

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